¿Cómo te llamas? Cómo afecta tu nombre a tu personalidad y a tu vida.
Te afecta más de lo que crees. Te lo explico en clave sistémica.
¿Te sientes cómoda con tu nombre?
¿Te has preguntado alguna vez por qué te llamas como te llamas?
Si no lo sabes, te animo a investigarlo preguntando a tus padres (si tienes contacto con ellos) o a otros familiares (tías, abuelas, etc. a veces también tienen esta información).
Tu nombre afecta a tu vida más de lo que crees.
Desde la sistémica aprendemos que es muy importante aceptar nuestro nombre.
El nombre es el primer gran regalo que nos hacen nuestros padres al nacer, y aceptarlo con amor nos conecta con la fuerza de la vida. La vida que nos dieron.
En muchas tradiciones hay un ritual de puesta de nombre. En la tradición cristiana es el bautismo. Junto con el nombre recibimos la pertenencia al clan.
La gente que nos rodea nos está repitiendo nuestro nombre como un mantra varias veces al día … durante toda nuestra vida.
Nuestro nombre puede afectarnos a tres niveles.
Nuestro nombre tiene un significado etimológico, aunque no lo conozcamos, en la lengua original significa algo. Por ejemplo, no es lo mismo llamarse Félix (feliz en latín) que llamarse Dolores o Angustias, por ejemplo.
Puede ser que te pusieran el nombre de alguien a quienes tus padres admiraban, ya fuese una persona real, de su día a día, o alguien famoso.
Por ejemplo, jóvenes que ahora tienen veintipico años que se llaman Raúl porque sus padres de jóvenes admiraban al famoso futbolista del Real Madrid. Os podéis imaginar que todos, todos, jugaban a fútbol (les gustase o no). De manera inconsciente llevan el mandato “Tú tienes que ser como él”.
Lo mismo con actores, o incluso con personajes ficticios de películas, o incluso mitos.
Te pongo el ejemplo de mi hijo.
Se llama David porque su padre y yo buscábamos un nombre que se pronunciase igual en castellano y catalán. Y la mayoría son bíblicos. David nos gustó, y la historia del rey David de la biblia también. Al fin y al cabo era un rey, y valiente.
Pues mi hijo toda su vida ha sido muy valiente, incluso demasiado para mi ancho emocional maternal. Y durante toda su infancia se ha enfrentado a rivales mayores que él (sus Goliat particulares).
Y un tercer nivel es el puramente sistémico. La conexión de nuestro nombre con nuestro árbol genealógico.
Llamarse igual que un abuelo, que un bisabuelo o que nuestro nombre se repita varias veces en el genograma nos conecta a una información sistémica.
Podemos estar repitiendo historias y/o mandatos familiares de esos ancestros.
Yo me llamo María José porque mi padre, que se llamaba José María, cuando yo nací quería un varón que se llamara igual que él.
Cuando me vio a mí … pues invirtió el orden de los nombres, y se quedó tan ancho.
No sé si te gusta tu nombre, o lo odias. Yo lo odié durante mucho tiempo. No me gustaba nada (bueno, te confieso que sigue sin gustarme). Sentía que no era el nombre que me estaba destinado.
Cuando empecé crecimiento personal pensé en cambiármelo.
Pero luego, con la sistémica, me di cuenta de que el nombre es el primer gran regalo que nos hacen nuestros padres al nacer, y aceptarlo con amor nos conecta con la fuerza de la vida.
Entonces, más que cambiarlo, debemos sanarlo.
Con las constelaciones familiares y la sistémica podemos detectar los patrones y los mandatos que lleva nuestro nombre que no nos sirven para nuestra vida.
Y una vez “limpio”, sin cargas, podemos aceptar la fuerza de nuestro nombre con amor.
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